Me llegó hoy un hilo interesante. En él, Violeta Vázquez-Rojas, conocida columnista y profesora de El Colegio de México, y Nicolás Medina Mora, editor de Nexos, discutieron una reconfiguración importante del discurso obradorista contemporáneo. Ante críticas de que López Obrador ha controlado la narrativa sin ofrecer nada sustantivo, Vázquez-Rojas nos presenta otra interpretación. Más allá de “narrativas” que declaran lo que hay, cómo se ordenan eventos y procesos en el tiempo, el obradorismo nos ofrece una “nueva concepción de la ética”, una visión de lo que “puede ser”.
La discusión, desafortunadamente, se limita a considerar las diferencias entre la “ética” y la “narrativa” en lo general, sin ofrecer mayor precisión sobre las componentes de esta “nueva concepción”. Pero eso no importa. Los contenidos de este manifiesto ético son irrelevantes. Como lo han sido manifiestos éticos en el pasado. Como lo han sido los barnices aplicados al capitalismo en sus más de doscientos años de historia para darle brillo y lustre y esconder, una pincelada a la vez, la explotación sobre la cual se construye.


La semilla discursiva que planta la Dra. Vázquez-Rojas, moviéndonos de un enfoque sobre lo que “decimos que es” a lo que “se promete que será” es una maroma política clásica que conocemos bien. Y es un movimiento que, como nos lo advirtieron los Zapatistas en relación al obradorismo desde el 2005, perpetúa la lógica del sistema, la explotación de los trabajadores por el capital, bajo un marco aparentemente benigno, ético, utópico. Pues esta “nueva concepción de la ética” sirve el mismo papel estructural que otras “nuevas concepciones éticas” del capitalismo contemporáneo y neoliberal: recordemos, en particular, los llamados Socially Responsible Investments que, disfrazando explotación en relaciones éticas que no pueden ser ni medidas ni forzadas, han estado involucrados en la justificación de la explotación de trabajadores y naturaleza. Cada camiseta de algodón orgánico socialmente responsable comprada en H&M pero diseñada para no sobrevivir la temporada, cada par de zapatos “libres de trabajo infantil” que terminan exportados como basura de lujo a países en vías de desarrollo para ser desmantelados por manos de niños, cada vuelo intercontinental “compensado” con bonos de carbono en un mercado abierto que no funciona, son mecanismos que reproducen la explotación al no cuestionar el sistema ni las relaciones que lo conforman. Son soluciones estéticas, más que éticas, que purifican la imagen del poder sin modificarlo.
La “nueva concepción ética” del obradorismo es exactamente lo mismo: una distracción que previene cambios sistémicos, profundos, permanentes y reales. No es una reforma redistributiva. No es una transformación de sistemas de producción. No es una crítica a lo ya establecido, a lo que asumimos como los posibles límites del cambio. Es una estrategia neoliberal, una más del huevo de la serpiente, que atiende la estabilidad del poder. Una ética sin ética,